"El secreto de la bendición multigeneracional": Dios como prioridad

En su primer libro, Carla Hornung describe a través de su testimonio como nieta, hija, esposa y mamá, inspirada en la crianza de sus padres y el legado de una familia de trece generaciones de cristianos, el secreto de ese impresionante legado. Una herencia poderosa que le sirvió para desatar toda su pasión como pastora sobre cómo edificar la cultura de la fe en cada etapa en la vida de los hijos, teniendo a Dios como prioridad y plasmarla en 127 páginas. Se trata de un contenido literario que busca equipar a la actual generación de padres para que, con el poder de los principios bíblicos, inviertan todos sus esfuerzos en ser testimonio de amor a sus hijos para que los inspiren y puedan fortalecer su fe en ellos y la pase a la siguiente generación.

Foto tomada de https://altar7.com/

Entre las claves que ofrece la autora, se destacan tres muy valiosas: orar por los hijos sin importar la edad o lo lejos que estén, bendecirlos con palabras de afirmación para que desarrollen todo su potencial y los talentos que Dios ha puesto en ellos, y pedirles perdón, una práctica que aunque poco ejercida es sinónimo de relaciones saludables y, además, trae sanidad y restauración al corazón.

Casada con Sergio Hornung, pastor principal de la iglesia Agua Viva en Lima, Perú, y mamá de cuatro hijos, vive cada día para que ellos conozcan la Palabra de Dios y caminen en sus mandamientos y promesas, un proceso que se debe traducir en la identidad familiar para que los demás los conozcan por su manera de vivir y su testimonio los atraiga a la salvación de sus familias.

¿Cuál es el recuerdo de familia que más atesoras en tu corazón: con tus padres y abuelos, y también con tu esposo y tus hijos? 

De niña no supe valorar la casa que tenía. Imaginaba que todos crecían en casas como la mía. Cuando empecé a formar una familia, me di cuenta lo difícil que es, y la fe no pasa en automático. Entonces recordé la forma en que me habían criado y eso se convirtió en mi inspiración. Analicé el estado de las familias actuales en el mundo: la mayoría de los niños no crecen en hogares compuestos por papá y mamá, ni felices ni saludables. Y aunque todos hablan de estas cosas, cuando mis hijos eran chiquitos, nadie me preparó para esto. Me puse a estudiar y a trabajar, y dije: tengo un patrón del cual jalar, tengo estos recursos para dar a mis hijos. ¿Cómo quisiera ayudar a otros? La experiencia tan linda de tener hijos y ese amor que te inunda cuando los ves. La pasión de mi corazón es que todos puedan tener acceso a esto.

De niña no supe valorar la casa que tenía. Imaginaba que todos crecían en casas como la mía

¿Cuál es la enseñanza que más repites en tu casa, la que más le dices a tus hijos?  

Que Dios es lo más importante, que podemos ver y experimentar muchas cosas en el mundo, pero nuestra vida nunca vamos a hacerlo bien hasta que Dios no sea nuestra prioridad. Siempre recalcó en el desayuno, en el almuerzo y en la cena: ¿has leído tu Biblia? ¿Has orado? ¿Has tenido un tiempo con Dios? ¿Qué te ha dicho Dios hoy? ¿Qué has aprendido en tu lectura bíblica? ¿Qué escuchaste en la charla del domingo? Porque eso es lo más importante, cuando mantenemos a Dios como el primero en todo, el resto de las prioridades comienza a caer en su orden, como debe ser. 

 

En tu libro mencionas algunas herramientas prácticas que los padres pueden utilizar para enseñarle a sus hijos ¿cuál es tu favorita, la que más te gusta? 

Una que habla sobre la identidad familiar, que es un trabajo de toda una vida, de ir formando una idea. No solamente en la cabeza de nuestros hijos, sino en la gente que nos rodea, porque estamos construyendo una identidad familiar para que los de afuera nos conozcan por estos principios y características. Les recalco a mis hijos que somos honestos y personas de palabra. Que cumplimos con nuestra palabra, aunque nos cueste tiempo, dinero o perdamos algo. Uno se podría cansar, pero para esto vivo: para que mis hijos conozcan la Palabra de Dios y terminan caminando en los principios. Es lindo seguir trabajando nuestra identidad familiar con la intervención de Dios.

En varias partes del libro se menciona que nadie te dice cómo ser papá ni tampoco existe un manual para serlo ¿qué cosas has hecho, como esfuerzo adicional, que todo padre o madre debería hacer? 

Fue curioso, porque con todos mis hijos hombres tuve muchas náuseas, y eso me mantuvo quieta. Aproveché ese tiempo para leer mucho. El primer libro que encontré (aunque vi varios de maternidad) fue ‘My heart's home’, la historia de una mamá con cinco hijos y cómo organizaba su casa. Un libro súper práctico y sencillo, que me encantó porque sentí que comenzaba a pintar un cuadro, una visión para la casa. Hasta ese momento, aunque llevaba tres años casada, nunca había hecho algo parecido.

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Por eso decidí pintar una visión de cómo quería que fueran mis hijos cuando nos sentáramos a comer, en el entorno familiar, las conversaciones y el trato entre ellos. Se sumaron más charlas y libros, como ‘El orden de nacimiento’, que narra cómo el orden en que nacen los hijos te marca desde el primogénito hasta el último. Entonces comencé a escribir todo, a armar para mí y mi familia esa visión con lo que aprendía todos los días de diferentes fuentes. Hay muchas cosas por aprender y por hacer.

La excusa de algunos papás es que es muy difícil llegarle a la generación actual porque es diferente ¿Qué les dirías a esos papás? 

Eso es muy gracioso, porque recuerdo esas mismas excusas se las decían a mis papás cuando me criaron a mí y a mis hermanos. En los años 80 y 90 decían que aplicar los principios bíblicos no iba, porque el mundo es muy moderno. Era mejor ir a escuchar al psicólogo. Esas familias no están pasando cosas muy buenas y han regresado a la casa de mis padres a decirles que lamentan no haberlos escuchado y no haber puesto en práctica los principios bíblicos. Al preguntarles a mis abuelos, me dijeron lo mismo.

Por varias generaciones mi familia ha puesto los principios bíblicos en práctica y nunca nos han fallado.

Lo cierto es que la Biblia dice que la palabra es eterna. La Biblia va a seguir siendo vigente, sus principios jamás van a pasar. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Por varias generaciones mi familia ha puesto los principios bíblicos en práctica y nunca nos han fallado. La Palabra que Dios nos dejó va a seguir firme y jamás va a ser removida.

¿Qué le dices a alguien que no tiene sino a uno de sus padres, el abuelo o algún tío que lo crió?

Animaría a esa persona para que sea la primera generación de la que sus nietos van a hablar: Mi abuela fue la primera cristiana en nuestra casa. Fue ella quien decidió cortar con todas las maldiciones generacionales y, a partir de ella, sólo fluyó la bendición. Que te inspires a ser esa persona, esa mamá o papá que quisiste tener de niño. A veces, cuando crecemos en familias disfuncionales, decimos cómo me hubiera gustado que mi papá me diga que está orgullosa de mí o que mi mamá me diera abrazos y besos todos los días, que vaya a mis partidos y a mis recitales.

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Pero sé que siendo esos padres que siempre quisieron tener, va a traer sanidad en tu niño interior, en ese niño que fue abandonado, maltratado o abusado. Cuando termines de ser lo que siempre soñaste tener, realmente vas a tener esa sanidad total a tu corazón. Va a ser difícil, pero levántate como ese héroe para tus hijos y tus nietos, para que abanderen ese legado por siglos, así como nosotros hablamos de mis tatarabuelos, una generación valiente que le creyó a Dios. La Palabra dice que no hay mayor gozo que ver que tus hijos caminan en la Verdad, así que esfuérzate para ser el ejemplo que no tuviste. 

 Otro caso que puede pasar con tu libro es que los padres con hijos grandes puedan decir que hay muchas cosas que se les salieron de las manos ¿qué les puedes decir a ellos? 

Cuando comencé a dar un curso en nuestra iglesia era muy joven y mis hijos estaban pequeños, e intentamos hacer marketing del curso diciendo que era para jóvenes, mamás jóvenes, padres y familias jóvenes, pero era sorprendente ver personas de todas las edades, solteras que no tenían hijos y querían saber cómo se hace. También llegaban tíos que estaban ayudando a sus sobrinos, abuelos que estaban criando a sus nietos. Me enfrenté con muchos casos, y entendí que los principios bíblicos funcionan en todas las edades, y hay ciertas cosas que se puedan hacer con los niños de todas las edades, y otras que se pueden seguir haciendo cuando son adultos.

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Destaco tres: 1).Orar por ellos”, algo que digo en el libro es que nunca es demasiado tarde y que sea temprano para comenzar a orar por tus hijos, puede ser que tu hijo tenga 30 años y está muy lejos de ti, de Dios, pero esas oraciones de la madre igual son poderosas y van a poder llegarle. 2).“Bendecir a tu hijo”. De repente cuando eras joven, no eres cristiano, no conocías la Palabra y muchas palabras muy negativas salieron de tu boca para maltratar a tu hijo, para insultar o alejarlo, pero ahora puedes comenzar a bendecirlo. 3). Puedes pedirle perdón. Hay muchos padres que tienen miedo de pedir perdón porque piensan que estaba mal. Todos los padres nos equivocamos. Pedir perdón no es una señal de debilidad, sino de una relación saludable, que trae sanidad al corazón, iniciar la restauración y la conversión.

Existen muchos libros de crianza en el mercado y también sobre maldiciones generacionales, ¿qué hace diferente tu libro? 

Es diferente. Con el editor acordamos que no quería escribir un libro que ya existiera en el mercado ni algo parecido. Investigamos y descubrimos que existen una gran cantidad que hablan sobre maldiciones generacionales, pero ni uno solo de bendiciones generacionales. Está bien aprender de las maldiciones generacionales para cortarlo, pero qué pena que los cristianos nos hayamos enfocado más en lo negativo.

Eso es lo que desea para tu casa: que las maldiciones sean rotas y que cada generación sea más bendecida que la anterior.

Pero la Palabra es muy clara al decir que hay maldición hasta la tercera y cuarta generación, pero las bendiciones duran mil generaciones. Rara vez he escuchado una charla sobre cómo construir bendiciones generacionales. Quise pintar un cuadro, que puede ser tu familia, cuando comienzas a poner en práctica los principios de Dios. Eso es lo que desea para tu casa: que las maldiciones sean rotas y que cada generación sea más bendecida que la anterior.

¿Has conocido algún testimonio reciente de alguien que ha leído tu libro y que le haya ayudado de alguna manera? 

Cuando daba el curso, unos papás se me acercaron y me dijeron que desde que escucharon la clase ¿Cómo bendecir tus hijos?, que es un capítulo del libro, comenzaron a bendecir su hijo. En ese momento, ocupaba los últimos puestos de su clase y siempre le decían que era un flojo y lo cuestionaban por no estudiar. Pensaban que así lo animaban para hacerlo mejor, pero nunca mejoraba. Cambiaron la estrategia y empezaron a bendecirlo todos los días. Le decían: tú eres inteligente, vas a hacer cabeza y no cola, lo vas a hacer súper bien.

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Luego de un trimestre pasó de ser el último en la clase al primer puesto. Esto fue muy drástico, pero no funciona para todos, porque ese niño tenía la capacidad de ser primero, no todos la tienen. Que valioso es que comenzamos a bendecir a nuestros hijos con palabras que los animen, inspiren y ayuden a alcanzar todo su potencial. No significa que tu hijo va a ser el primero en la clase, pero sí que tiene potencial para destacarse otros ámbitos como la música, los deportes y las letras. Al bendecirlos van a poder alcanzar ese potencial. 

 ¿Hay alguna parte del libro que te haya costado escribir?

Una parte interesante y divertida fue describir a mis padres, a mis abuelos y a mis hermanos. Comencé por mi familia y luego me dediqué a entrevistar a más gente sin importar si eran cristianos o no, si son hijos de cristianos. Eso fue lo que más me costó. Frente a la pregunta ¿Por qué decidieron rechazar o aceptar la fe de sus papás? La respuesta fue muy reveladora. En mi familia escuchaba diferentes respuestas, y cuando hablaba con hijos de cristianos todos tenían la misma respuesta:

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“ellos eran unos hipócritas”, vivían una cosa en la iglesia y otra en la casa. Y de los que aceptaron la fe de sus papás, obtuvimos 20 diferentes respuestas. Qué importante es aplicar tantos principios diferentes, porque como seres humanos somos tan distintos, así como tener un buen testimonio y esforzarse al máximo. Esa debe ser la prioridad en nuestra vida como cristianos para que nuestros hijos puedan vivir, presenciar y ser testigos de cómo vives tu fe en la casa. Eso es más importante porque en tu casa debes esforzarte en llevar el fruto del Espíritu Santo: que nos vean orando y leyendo la Biblia, eso va a ser que determine que ellos sigan a nuestro Dios o lo rechacen.  

Latinoamérica está pasando por un momento complejo de tensiones políticas y económicas, ¿qué mensaje le dejarías a las familias de Colombia que creen en la institución de la familia? 

Es muy importante que enseñemos a nuestros hijos y a quienes tenemos en contacto en la próxima generación: sobrinos, nietos, estudiantes que el matrimonio es entre el hombre y la mujer, y lo importante es este tener una familia bien constituida. Como padres o abuelos es vital intentar ser el mejor ejemplo posible para nuestros hijos. El hecho de estar casada es un gran ejemplo. No sabes cuántas personas están mirando tu matrimonio y van a ser inspirados. Mis papás no son pastores, pero tienen un cargo alto en la iglesia, detrás de bambalinas. No se ven. Y muchas personas llegan a la casa para comer o recoger a alguien y dicen cómo quisiera tener un hogar y un matrimonio así, como quisiera tener hijos así.

Tenemos esta responsabilidad de ser ejemplo, para que la próxima generación vuelva a creer en el matrimonio.

Por eso tenemos que esforzarnos en tener matrimonios estables, no solamente basados en los años que llevan de casados, sino trabajar en la relación. Todos los años con mi esposo intentamos leer un libro para aprender más y fortalecer nuestra relación porque nuestro matrimonio lo ven muchas personas, incluidos jóvenes, y desear en su corazón casarse por lo lindo que nos vemos o no hacerlo por lo mal que nos vemos. Tenemos esta responsabilidad de ser ejemplo, para que la próxima generación vuelva a creer en el matrimonio.

Mis papás fueron eso para mucha gente. Quisiera tener esto porque creo que Dios pone ese deseo en nuestro corazón de estar en una familia, de recibir y dar amor, eso es parte de la experiencia humana.